!A partir de hoy los bendeciré¡

!A partir de hoy los bendeciré¡

 

Vengo compartiendo sobre el tema de "Confrontados a Reedificar". Ya hemos tratado dos profecías del libro de Hageo y para esta ocación hablaremos sobre el anhelo de Dios de bendecir a todos aquellos que hacen parte de su pueblo y esas bendiciones pueden incluir la paz interior, la salud física, la salvación, la liberación y aun la prosperidad económica, para lo cual te invito a leer en el libro de Hageo capítulo 2 desde el verso 10 al 19.

Que bueno es vivir libre de toda presión, angustia y pobreza; este es el deseo de toda persona grande o pequeña.  No hay nada mejor que vivir experimentando a diario la paz, la libertad y la prosperidad en todos los aspectos de la vida.  ¿Pero será que eso si es posible en este tiempo donde hay tanta angustia y dificultad?  ¿Será posible que podamos ver suplidas cada una de nuestras necesidades humanas sin tener que padecer tanto?

Dios, a través del profeta Hageo le da a saber a su pueblo que su deseo a partir de hoy será bendecirlo y esto lo puedes leer en el libro de Hageo capítulo 2 verso 19.

Esta promesa Dios se la da a su pueblo después de que les dice: "Meditad en vuestro corazón desde este día en adelante, antes que pongan piedra sobre piedra en el templo de Jehová (Hg. 2:15, 18).

Como ya bien lo trate en las dos profecías anteriores, el pueblo después de ser confrontado a reedificar el templo y de animarse a poner manos a la obra, ya estaba a punto de poner las bases y levantar de nuevo el templo que años anteriores había destruido el rey de Babilonia.

Es aquí donde Dios les pide que antes de hacer eso debían purificarse por que la inmundicia es lo que había traído sobre ellos la ruina, ya que Dios consideraba que todo lo que ellos ofrecían era inmundo; según lo expresan los versículos 11 al 14 del capítulo dos de Hageo. 

Dios lo que les quiso decir es que para ellos poder experimentar su continua bendición después de que  se dedicarán a la reconstrucción del templo, lo primero que debían hacer era tener una vida limpia para que en todo lo que emprendieran obtuvieran como resultado la recompensa divina; pues Dios no se agrada de una persona que con un corazón inmundo pretenda servirle.

Podríamos decir en base a lo que escribe el profeta Hageo (Hag. 1:1-12; 2:11-14) que si un hijo de Dios se dedica tan solo a sus intereses personales y mantiene una vida contaminada lo que va a cosechar será la escasez y la ruina; pero si reflexiona y se convierte a Dios de todo corazón él traerá sobre su vida su bendición en  todo lo que emprenda.

De la misma manera que el contacto con algo impuro contamina lo que es puro, de igual forma la negligencia anterior de los Israelitas con respecto a Dios había contaminado sus esfuerzos.  Por tanto Dios les había retirado su bendición.  Pero la renovación de su celo por Jehová devolvería la fertilidad a las estaciones (Diccionario Bíblico Ilustrado Villa Escuain).

Aplicando lo antes dicho a este tiempo actual podríamos decir que si el pueblo ser Señor y en este caso su iglesia y particularmente tu y yo que hemos creído en Jesús y lo hemos confesado como nuestro Señor; debemos evitar concentrar todas nuestras energías a nuestros propios intereses egoístas y tener una vida sucia o contaminada por el pecado.  Debemos también asumir un compromiso fiel a servirle en su obra (la iglesia) con todo nuestro corazón.  De esta forma Dios estará bendiciéndonos generosamente.

Por lo tanto te digo a ti que has estado recibiendo estas palabras en tu corazón, que a partir de hoy Dios te bendecirá grandemente, tan solo si te dispones a mantener una vida purificada y apartada del pecado y te dispones a buscarlo primero a él de verdad y servirle en su obra conforme a la capacidad que has recibido de parte suya.


Oremos: Dios Todo Poderoso y misericordioso, gracias por que a partir de hoy tu me bendecirás conforme al dicho de tu Palabra que es verdad, perdonas mi pecado por la obra redentora de Jesús tu amado Hijo, y me permites mantener una motivación correcta frente a la vida dándome también la capacidad de servirte en tu obra conforme a tu voluntad.  Amen.